Baños del Almirante (Valencia)

Baños del Almirante (Valencia)

Presentación y descripción

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El Baño en la España Medieval

La existencia de baños en la España medieval es un hecho patente, no sólo por los restos arqueológicos conservados, sino por la mención que se hace frecuentemente en documentos medievales, ya en algunos fueros municipales en los que se regula su reglamentación, ya por la tradición que mantiene la continuación en uso de algunos baños termales o de la propia institución de las termas en algunas ciudades hisponorromanas.

En muchos casos, sobre viejos edificios de este tipo se construyeron nuevas salas o se ampliaron y remozaron las primitivas para dar lugar a los conocidos baños medievales, algunos de los cuales han pervivido hasta nuestros días, incluso en uso debido a su utilización terapéutica y termal.

Es también un hecho patente que los cristianos de la España medieval se bañaban, si no tanto por necesidades rituales o litúrgicas como acaece en el mundo musulmán y judío, sí por higiene, hecho que se constata en algunos monasterios que poseían sus propios baños y en la documentación medieval, exhumada al respecto por Ruiz Moreno.

Este hecho tenía como consecuencia, en la vida de algunas ciudades medievales españolas, que se dieran curiosas situaciones en las que las tres religiones existentes acudieran al mismo baño en diferentes días y según una reglamentación estipulada, que manifiesta bien a las claras la convivencia social de diferentes grupos étnicos y religiosos medievales.

Estructura y Función de la Tipología de Baño Islámico o Hamman: Así funcionaban los "Baños del Almirante".

Los diversos elementos o locales de un hammam, corresponde a un esquema constante que se puede esquematizar en:

  • La entrada o acceso desde la calle
  • La sala de estar o maslah
  • La sala del baño propiamente dicho compuesto por:
    • La sala fría o bayt al barid
    • La sala templada o bayt al-wastanir
    • La sala caliente o bayt al sajma

a) La entrada al hammam que da a la calle y que suele estar generalmente adecuada como corresponde a un edificio público.

b) La sala de estar:

Es la sala más espaciosa del hammam, ancha, porque ha de poder albergar muchas decenas de personas tumbadas, y alta de techo, porque tiene que tener buena aireación y no requiere conservar el vapor, como en las salas siguientes.

Esta sala es la sala fría, mencionada por los textos medievales y muchas veces confundida con la primera sala de bóveda encañonada de los baños propiamente dichos (accesos a salas calientes).

En realidad tiene una temperatura templada, normal, para que tampoco se enfríen los cuerpos que se desvisten en ella o pasan mucho rato tumbados, sólo recubiertos con toallas.

Esta sala se llama con diversos nombres en árabe, especialmente el de máslah o "lugar saludable". Tiene una doble función, al entrar o salir del baño caliente. Al entrar o al principio de la "operación-baño", es el lugar para desvestirse. El cliente trae la ropa limpia, que se pondrá después del baño, algunos enseres de baño (jabón, peine, guante de frotarse, hoja de afeitar, etc.) y a veces toallas. Si no trae éstas, el hammam le proporcionará una, actualmente de unos dos metros de largo por 90 cm de ancho, que le permitirá cubrirse de la cintura a las rodillas mientras se desviste y durante todo el proceso del baño caliente y húmedo. Una vez se haya desenjabonado, se le proporcionará otra toalla idéntica para secarse y, luego, otras dos secas para volver otra vez a la sala de estar, tumbarse y descansar con ellas, para no enfriarse. Al desvestirse, deja la ropa colgada de una percha o en un armario o sobre la colcha que ocupará después para descansar.

c) Sala fría:

Esta sala primera, dentro del conjunto de la parte del hammam que está construida con gruesos muros para aguantar el calor y la humedad, corresponde a una de las tres naves rectangulares en que se divide arquitectónicamente esta parte del edificio. Suele ser la más estrecha. Como es la primera de esta parte fuerte, que es la que arqueológicamente mejor se ha conservado, se la suele identificar a veces con el máslah o sala de desvestirse.

d) Sala templada:

Suele ser la zona más amplia del baño propiamente dicho, porque es allí donde más tiempo suele estar la gente, mucho más que en los accesos -frío y con malos olores- y en la sala caliente, difícil de resistir mucho tiempo.

Por su amplitud, suele ser la base de una importante cúpula, con claraboyas pequeñas con cristales gordos empotrados que dejan pasar la luz, pero que nunca se abren, conservando el calor

A los lados y adosadas a las paredes hay una especie de tarimas de piedra o cemento, a unos 25 ó 30 centímetros sobre el nivel del suelo, con un ancho de unos dos metros. Allí se tumban los bañistas y allí suelen recibir los masajes y frotes de limpieza por parte del personal especializado del hammam o de parientes o amigos que les acompañan (de hecho, no parece que hay masajistas femeninas, porque lo hacen las mujeres familiares o vecinas entre ellas).

e) Sala caliente:

La sala caliente o "sala del calor" (bait as-sajûn), es la más interior del baño y por eso se la llama así en árabe yuwwânî o yawwânî, "interior, íntimo", en Oriente; dâjil, "interno", en Marruecos. En Egipto es el "calor" por excelencia harâra.

Su elemento fundamental suele ser una piscina con agua caliente, que desprende vapor. Tiene menos de un metro de profundidad y su superficie varía, pudiendo muchas veces sumergirse en ella varias personas simultáneamente. Puede estar a nivel del suelo o, más generalmente, a la altura equivalente a su profundidad. Los bañistas suelen sentarse en sus bordes y meter progresivamente las piernas en el agua caliente, o bien sentarse en un banco corrido de piedra, mármol o mampostería que suele haber a lo largo del resto de la pared de la habitación.

En resumen, al actividad del bañista transcurre así: el cliente del hammam, una vez se desnuda en el vestíbulo, va acostumbrándose a una atmósfera progresivamente más caliente y húmeda a través de las sucesivas salas, hasta llegar a la caliente donde se produce un intenso proceso de exudación y humefacción de la piel, tras el cual el bañista se acomoda en la sala central o tibia -la más espaciosa de todas- y procede a efectuar abluciones con agua atemperada a su gusto, frotándose o haciéndose frotar la piel entretanto. La sala primera cumple una función de aclimatización, tanto a la entrada como a la salida, y es el lugar donde se obtiene el agua fría para mezclar con la procedente de la caldera.

Evolución histórica del edificio "Baños del Almirante".

En 1313, un Rey, Jaume II, concede a Pere Vila-Rasa, permiso para construir un baño y horno en la poluli (sala de casar) que posee en la parroquia de Santo Tomás.

Parece probable que este personaje sea asimismo el constructor de la primera edificación del Palacio que ahora llamamos del Almirall, ya que no hay que olvidar que en la artesonados del palacio apareció el cuadro de armas de los Vila-Rasa.

Desde mediados del siglo XIV, hasta finales del siglo XV, el edificio sufre un proceso de deterioro que se percibe por una serie de reformas que se acometen en su interior, obras fundamentalmente de refuerzo de su estructura al sistema de hamman o baño árabe, de vapor que seguirá siendo utilizado.

Durante los siglos XVII y XVIII, el baño pierde su condición de hamman, siendo colmatado, el hipocausto o cámara subterránea por donde circulaba el aire, por escombros y por consiguiente inutilizado. Durante estos dos siglos XVII y XVIII se abandona la práctica del baño de vapor, sustituyéndolo probablemente por el uso de tinas de inmersión individuales. No obstante, este tipo de establecimientos inicia su lento declive hasta su extinción a finales del siglo XVIII.

El inicio del siglo XIX, marca el comienzo de la industrialización y el capitalismo y, con ello, unas nuevas condiciones y realidades sociales que tendrán su influencia en el campo de las concepciones higiénicas. Se potencia la componente social del ejercicio del baño, ejercida en las casas de baños públicos, a la vez que la burguesía industrial exige un concepto de la práctica del baño en el que la privacidad está garantizada. En este contexto los baños del Almirante se adaptan a las nuevas condiciones sociales, instalando bañeras individuales y tabicando las tres salas húmedas para construir cabinas de baño individuales. El grabado de Laborde de 1806 es bien ilustrativo en este sentido de las afirmaciones anteriores.

En torno a 1870 el lugar ha sido considerablemente mejorado, consecuencia del auge y la importancia social, que para esas fechas habían adquirido este tipo de establecimientos. Para dotar al edificio de un cierto gusto arabizante se construye el arco polilobulado de la fachada y se cubre de azulejos de estilo neonazari en zócalos del zaguán de entrada.

Durante el siglo XX el baño sigue conservando el aspecto orientalizante que se dio en la reforma de 1874 con mínimas modificaciones: mejoras en los dispositivos calefactores e hidráulicos, ampliando sus instalaciones a costa de la cabina de la sala caliente.

El proceso restauradorde 1953-1963 y el cierre de los baños en 1959 destruirán y ocultarán la práctica totalidad de los elementos introducidos en la etapa moderna.

Al cierre del local en 1959, fueron alquilados para albergar un gimnasio, utilizándose las salas fría y templada como vestuarios y la caliente como sauna.

Por fin en 1986, la Generalitat compra el edificio de los baños y el inmueble superior, derribándose este último en 1988.

Entre 1991 y 1993 se lleva a cabo una campaña de intervención arqueológica, redactándose en 1994, en el Servicio de Gestión Inmobiliaria de la Conselleria de Economia y Hacienda, el proyecto básico de restauración del edificio, que precede al actual proyecto de ejecución.

Este proyecto, que lleva a cabo la Dirección General de Patrimonio, a través del Servicio de Gestión Inmobiliaria conjuntamente con el Servicio de Arquitectura de la Conselleria de Cultura, Educación y Ciencia, supone una inversión de más de 160 millones de pesetas, y consiste en la consolidación y puesta en uso como edificio visitable, de forma que con recursos y tecnologías modernas, permita mostrar cual era su destino y función originales, dentro de un programa más amplio de intervención y recuperación del patrimonio arquitectónico, que en una fase posterior actuará sobre los restos romanos conservados bajo el patio de operaciones de la Conselleria de Hacienda y Administración Pública.

Resumen de datos técnicos

Fecha de adquisición del inmueble por la Generalitat: 1986.

Superficie total construida: 383,14 m2

Presupuesto de contratación: 167.234.728'- Ptas (1.005.100,96 €)

Técnicos redactores del proyecto:

  • JOSE LUIS ROBLES RAMOS
  • VICENTE PUIG CRUZ
  • CARLOS GUTIÉRREZ HERNÁNDEZ
  • JULIÁN ESTEBAN CHAPAPRIA
  • RICARDO SICLUNA LLETGET
  • FRANCISCO CERVERA ARIAS

Con la colaboración externa de los arqueólogos:

  • CONCHA CAMPS GARCÍA
  • JOSEP TORRO I ABAD

Más información en: Web Baños del almirante